¿Por qué decidí vacunarme contra el covid-19?
Ideas

El valor de la cuenta regresiva

Nos avisaron con un día de anticipación con la pregunta “¿quién quiere vacunarse?”. Era el primer día en que transmitíamos clases desde el colegio donde trabajo, tras poco más de un año de trabajo en casa. Inmediatamente respondí afirmativamente, sin detenerme a leer las otras opciones. Pero era una idea que había reflexionado a profundidad meses antes. 

El veinte de abril fui vacunada junto a miles de otros maestros de mi estado. Recibí una dosis única de la vacuna desarrollada por el laboratorio Cansino. Y desde entonces han sucedido varias cosas: la interrogación, los efectos secundarios, y la inesperada sensación de alivio por ver al fin una salida a un año de dificultades. 

¿Por qué decidí vacunarme? 

Desde la aparición de los primeros casos de covid-19 en mi ciudad, he tomado decisiones que parecen quitarme libertad, pero que eran necesarias. En mi país el confinamiento siempre fue voluntario, aunado a la desinformación global, hubo comportamientos egoístas e irresponsables, que forzaban a quienes deseábamos proteger a nuestras familias a un aislamiento mayor. Durante un año he evitado salir de mi casa, las pocas salidas con amigos han sido con distancia, cuidados y una honesta evaluación de los riesgos que cada uno tenemos. Obviamente perdí amistades, dejé actividades que me daban alegría, no podía ver a mis alumnos, y hubo otros grandes sacrificios. 

Mis papás son ambos de alto riesgo. Yo no quiero traer un problema mortal a casa. No quiero contribuir a que llegue tampoco a otras casas, que personas puedan perder la vida por mi negligencia o mal ejemplo. Llevo un año evitándolo al quedarme en casa, y no ha sido nada llevadero como para desestimar el sacrificio. Cada vez que alguien que no tenía necesidad de salir a trabajar decía que era “imposible quedarse en casa”, todas mis batallas conmigo misma de este año aparecían como películas en mi mente. ¿Yo de tonta que me quedo entonces? Fácil no es, pero la etiqueta de imposible… sin afán de ofender es una mentada de madre para cualquier trabajador de la salud. 

Estaban las dudas éticas sobre las vacunas, sobre las que el Vaticano se pronunció el año pasado desaprobando las pruebas en líneas celulares fetales, pero urgiendo a la población a aceptar dichas vacunas como moralmente aceptables. Usar estas vacunas no significa una cooperación formal con el aborto. Sin embargo, las vacunas significan la única medida eficaz a estas alturas para proteger vidas ante la pandemia de covid-19. Hay laboratorios que no utilizaron estas líneas celulares, pero en mi país la vacunación ha sido lenta por la baja disponibilidad de vacunas (incluso para médicos), la imposibilidad de obtenerlas en el sector privado, y el hecho de que no hay posibilidad de que cada persona elija qué vacuna usar. 

Mi mamá pudo vacunarse quince días antes que yo, con la primera dosis de AstraZeneca. Misma que el médico de mi papá desaconsejó para él debido a su historial. Por lo que estamos esperando por una vacuna que no sabemos si llegará este año para él. 

Ante esa incertidumbre, cuando me ofrecieron a mí, mujer de bajo riesgo, de 31 años, vacunarme, no podía dejar pasar la oportunidad. Me molesta que hay profesiones que requieren esta vacuna con mayor urgencia, y apoyo 100% sus manifestaciones, pero dejarla pasar no significa a) que la vacuna llegue a ellos, ni b) que vaya a haber otra oportunidad para mí. Un paciente menos es ya una ayuda al personal de salud. 

¿Qué sigue? 

Los últimos meses he usado cubrebocas kn95 o doble quirúrgico. Cargo alcohol en un atomizador en mi bolsa para desinfectar todo, me aplico gel sanitizante cada vez que toco algo, busco salir solo a lugares ventilados y reuniones en el exterior o con gente confinada. No he ido a restaurantes. Muchas de estas medidas se van a mantener. 

He vuelto a trabajar desde el colegio, estamos buscando modelos híbridos seguros. Cuando transcurran mis 4 semanas de espera por la inmunidad, he decidido usar cubrebocas quirúrgicos o de algodón según el riesgo. Podré reunirme con otras personas vacunadas sin cubrebocas, incluso a puerta cerrada. Voy a poner menos afán en limpiar superficies (aunque lo seguiré haciendo) puesto que está probado que los contagios por superficies son bajos. Seguiré poniendo énfasis en la ventilación al estar con personas no vacunadas. Pero definitivamente evitaré actividades de alto riesgo (cantar cerca de otras personas, saludar de beso, abrazar a personas de alto riesgo, salir a lugares públicos sin cubrebocas) y perdón, pero seguiré evitando y guardando distancia con gente que sé que nunca le dio importancia a la pandemia, ni se la dará. 

Asistiré por fin a bodas de amigos cercanos, y no me perderé la graduación de mis 97 alumnos. Porque son eventos que marcan la vida de personas a las que amo. Pero con debidas precauciones, pues como les digo, mi papá aún no está vacunado y mi mamá tiene varias semanas de espera y aun otra dosis en el camino a la inmunidad. 

¿Vale la pena la vacuna? 

Han pasado ya varios días desde que me vacuné, y tuve efectos secundarios: fiebre recurrente por dos días pese a que usé paracetamol, dolor de cuerpo, fatiga fuerte, migrañas de varios días. Eso y el dolor del brazo que aún persiste. Pero analizando todo lo que he vivido este año, todas las consecuencias del encierro, soportaría cien fiebres más. Cabe aclarar que la mayoría de mis compañeros no tuvieron fiebre ni efectos severos. 

Tengo una cuenta regresiva a un aligeramiento de medidas, a hacer mi trabajo con la cercanía que demanda educar, a reuniones con amigos, a hacer deporte, a volver a compartir y reír con mis seres queridos. Eso vale más que unos días de migraña, o que una semana sin dolor. 

Además, este dolor de cuerpo que viví tuvo muchísimo sentido en mi fe mediante el ofrecimiento. Posiblemente había formas moralmente más aceptables de salir de esto, pero ninguna en la vida real de un país con tan pocas vacunas.  

Referencias

Carrillo, E. (2021, abril 16). Ssa justifica no vacunar a médicos particulares: hospitales privados atienden 1.7% de los casos. Forbes. https://www.forbes.com.mx/ssa-justifica-no-vacunar-a-medicos-particulares-hospitales-privados/

Comisión Vaticana Covid-19., & Academia Pontificia para la Vida. (2020). Vacuna para todos. 20 puntos para un mundo más sano y justo. Vatican Press. https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2020/12/29/nota-de-la-comision-vaticana-covid-19-en-colaboracion-con-la-aca.html

Vatican News. (2020, diciembre 21). La CDF califica las vacunas anti-Covid como “moralmente aceptables”. https://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2020-12/doctrina-fe-califica-vacunas-covid-moralmente-aceptables.html 

7 comentarios en “El valor de la cuenta regresiva”

  1. It’s awesome you are vaccinated and I hope that both your parents are vaccinated soon too! 🙂 While we don’t have any cases of covid in our state so we don’t need to wear masks we do still stay home or out on the trails instead of visiting crowded shops and events with lots of other people, and I do try to keep my distance, and of course lots of sanitising too! I think I will live that way for a while, even if I do get vaccinated like you are, as I want to keep myself and others safe 🙂

    Hope that you are having good weekend. It’s a wet long weekend here.

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  2. Yo me pondría una y cien mas con los ojos cerrados, al margen de la cuestión de fe, se ha demostrado que verdaderamente son efectivas en la población que ha elegido vacunarse, siendo los efectos ante el contagio mucho más leves de los que podría tener una persona sin la vacuna. Además he tenido la gran suerte de que después de tres dosis, no he tenido ningún síntoma. Me ha gustado mucho leer tu artículo y como expones tus razones 🙂 ¡Que tengas una muy feliz semana!

    http://www.luciagallegoblog.com

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