La necesidad de un templo - Notre Dame de París en llamas 2019
Ideas

La necesidad de un templo

A las 12:53 (tiempo de México) mi hermana me envió un mensaje: “Oye que hay un incendio en Notre Dame”. Fue el inicio de una noticia dolorosa y de recuerdos de todos los tintes.

Primero me preocupé por la Eucaristía, cuerpo vivo de Jesús para los católicos, y las reliquias de la pasión, testimonios de nuestra fe, que afortunadamente fueron rescatados.

Mucha gente expresó su tristeza hoy, la mayoría por el patrimonio histórico y artístico que estuvo expuesto a perecer en las llamas. El presidente Emmanuel Macron dijo esta tarde “Notre Dame de Paris es nuestra historia, nuestra literatura, nuestra imaginación, el lugar donde vivimos nuestros grandes momentos: nuestras epidemias, nuestras guerras, nuestras liberaciones. Es el epicentro de nuestra vida”. En las redes sociales de periódicos como Le Monde había comentarios de musulmanes proclamando Notre Dame de Paris como su catedral, pese a la diferencia religiosa.

Ya muchos lloraron la historia de la catedral, construida entre 1163 a 1345, con la mayor habilidad de artesanos y artistas de la época, que presenció grandes crisis como la Revolución Francesa, las hambrunas, las guerras mundiales, la invasión alemana, entre otras.

Ya muchos lloraron el arte, que es importantísimo, que es irremplazable, que es el fruto del trabajo minucioso de artistas que con fe, amor, pasión y perfeccionismo crearon tesoros materiales invaluables. Que nos transmite y nos encamina en mensajes que llevan al hombre a salir de sí mismo, y  a ver mucho más lejos, mucho más alto.

¿De qué sirve llorar el arte si no se entiende su finalidad?

Notre Dame de Paris desde Rive Gauche. La necesidad de un templo

Quiero contar por qué los católicos lloramos más que el arte al ver el incendio. De nada sirve homogeneizar nuestras conversaciones, pues nos privamos del verdadero significado de las cosas. Ateos, agnósticos, protestantes, musulmanes… con todos he podido tener conversaciones respetuosas de lo más sagrado de mi fe. Espero esta visión haga entender que no es sólo arte e historia, Notre Dame era un hogar.

Entrar a Notre Dame de Paris era una experiencia extraordinaria, que te inducía en la oración inmediatamente. Recuerdo la primera vez: mi segundo día en París, con mis compañeras de aventura. Queríamos entrar a misa, pero íbamos ya con poco tiempo antes de que empezara y pensábamos que teníamos que hacer fila. La fila normalmente ocupaba una buena parte de la explanada. Descubrimos que la fila era para los turistas que deseaban hacer recorridos, así que explicando que íbamos a misa nos metimos.

Notre Dame de Paris, interior. La necesidad de un templo
Las pocas fotografías que tomé al interior carecen de calidad, yo estaba inmersa en la espiritualidad.

Era el edificio más grande y más detallado que había visto. No sé si el más hermoso, porque la catedral de Chartres también me maravilló después, pero definitivamente tenía una belleza excepcional. Los mosaicos del suelo, cada uno de los altares y retablos, los frescos, los cuadros, el altar, el coro, los techos altísimos y hermosos. Nos sentamos cerca del altar, pues era un día entre semana y había poca gente. En las sillas de madera con paja tejida. Escuchamos la misa sin mucha idea del francés, pero con misal en mano tratando de entender. Creo que las tres vivimos la incredulidad de estar en misa en Notre Dame. Sintiéndonos afortunadas y agradecidas, en el culmen de la belleza cristiana, en el templo de Nuestra Señora.

Poco después hice el recorrido: observé lentamente cada rincón, quería capturar en mi mente cada pincelada, cada relieve. Los vitrales esplendorosos y la estatua de Santa Juana de Arco, patrona de Francia, tocaron mi fe. Recuerdo la maqueta, detrás del altar, que mostraba el esfuerzo de los ciudadanos parisinos en plena edad media por construir un templo lleno de grandeza, digno del tesoro de su devoción. Y cómo olvidar el encuentro con el cuadro de la virgen de Guadalupe, aquella que me había acompañado en la lucha para lograr el viaje, y a quien me encomendaría toda mi estancia.

Notre Dame de Paris. Cristo. La necesidad de un templo

Viví en París de 2011 a 2013, al principio como alumna de filosofía del Institut Saint-Jean, de la comunidad del mismo nombre. Recuerdo cuando mis compañeros me invitaron a la misa de estudiantes, que se celebraba cada año por el regreso a clases en la catedral. Éramos alrededor de 4000 jóvenes católicos adentro. Habían removido las sillas y estábamos todos amontonados en todos los espacios, nos sentábamos en el piso y cuidábamos no perder el grupo con el que llegamos. El coro entonaba salmos y cantos magistralmente. El cardenal André Vingt-Trois nos habló de nuestro diálogo con Dios y luego nos encaminó a la búsqueda de nuestra finalidad en seguir a Cristo. Nos recordó la misión del joven católico: ir a anunciar la buena nueva. En ese momento, sabíamos que éramos los únicos. Que en nuestras escuelas, en nuestros grupos, en nuestros entornos, no había más que los que estábamos ahí. Tal vez unos pocos solamente. Todos los que estábamos ahí habíamos tenido que ocultar medallas en lugares públicos por las leyes y la cristianofobia. De todos nosotros alguien se había burlado por confesar nuestra fe. A todos nos habían dejado de creer cuando participábamos con nuestras opiniones o conocimientos. Por ser católicos en Francia.

Después tuvimos un convivio en los jardines de la catedral, de gran belleza. Tiempo después iba ahí a caminar y admirar.

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Recuerdo el nacimiento en Navidad, cómo me marcó el ver a María leyendo la Palabra durante la anunciación. Las diferentes escenas puestas con gran belleza, anunciando la venida del Salvador.

París tuvo muchos días de lágrimas para mí. No en todas las religiones se entiende la necesidad de un templo en un momento de desesperación y tristeza: un lugar de silencio, para salir de uno mismo, para encontrar la presencia de Dios, para recuperar la esperanza que Él da. Eso encontré en Notre Dame y en otras iglesias de París. Pero algo muy especial de la catedral, era la disposición de horarios amplios de confesión en varios idiomas, para vaciar el alma y obtener consejo. Notre Dame no era un psicólogo que contaba el tiempo, no era una pastilla que adormecía las ideas, no era un consejo vacío, no era un rato de olvido, no era pensar en mí misma.

En diciembre del 2013, poco antes de regresar a México, hice una peregrinación. Recorrí a pie desde mi departamento en Puteaux, el camino a Notre Dame, atravesando el río Sena, el bosque de Boulogne, los barrios XVI y IX (si la memoria no me falla), caminando junto al río, llegando a la Cité, y entrando a la catedral para poner flores frente a María de Guadalupe, la siempre virgen, la madre de los mexicanos. Canté y recé durante el camino, lloré ante ella.

Notre Dame duele porque era ese lugar para reencontrar la fuente del amor, recargar fuerzas y salir renovados a enfrentar los problemas con el respaldo del Redentor. Era la oportunidad de sentirse pequeño, pero sabiendo que en la Cruz, Jesús pensaba en mí.

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En honor y agradecimiento a los bomberos y expertos que con riesgos y sacrificios salvaron el corazón de París.

3 comentarios en “La necesidad de un templo”

  1. Truly a sad day for Catholics everywhere, to see a great cathedral go up in flames. Notre Dame is held in high regard alongside many structures like the Guadalupe shrine at Tepeyac Hill, Fatima in Portugal, and the Sanctuary of Our Lady of Lourdes just south of Paris.

    But yes, just like how the Lord conquered the tragedy of death and rose again after three days on Easter – so will the glory of Notre Dame return after this unfortunate blaze.

    Le gusta a 1 persona

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