Año nuevo

Este año decidí no hacer propósitos de cosas que no están enteramente bajo mi control. Cada año la idea de que podemos lograr todo lo que deseamos mucho llena las mentes y proyecciones de las personas que se sientan a planear. Estoy muy de acuerdo con tener esperanza y trabajar duro por lo que queremos, pero hay algo más.

Poner nuestra felicidad en aceptar la voluntad de Dios. No quiere decir no trabajar o esforzarse. Quiere decir ofrecer lo que vivimos, nos cueste lo que nos cueste. Porque cuando no queremos estar en una situación inevitable, es cuando más debemos de olvidarnos de fantasías y vivir la realidad con amor. Aprender si es posible.

Mis propósitos entonces sí contienen aprender idiomas, privilegiar el tiempo personal, hacer ejercicio, ahorrar, avanzar en proyectos. Pero también contienen mejorar mi vida de oración, trabajar en la caridad fraterna, darme más y esperar menos. Contienen prepararme para cosas muy grandes: ser la mujer que Dios quiere que sea.