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Ruth Bader Ginsburg, la amiga que pudo ser

No sabía hacia donde mirar. La noticia llenó rápidamente cada uno de los íconos de mi teléfono celular: Ruth Bader Ginsburg falleció el viernes pasado y el mundo explotó en información. Honestamente, conocía poco de ella. Obviamente conocía su nombre y su notoriedad, pero siguiendo una gran cantidad de páginas y líderes provida, mi conocimiento de ella se limitaba a que en algún momento defendió la vida, pero luego defendió el derecho a decidir, y hasta ahí. 

Sin embargo, la bomba de artículos sobre ella me alcanzó con información mucho más enriquecedora. Al sobrepasar las decepcionantes publicaciones condenatorias de algunos, pude empezar a leer más sobre ella, descubrí que en su lucha por los derechos de la mujer, probablemente había prevenido más abortos que muchos provida. Descubrí que su vida estuvo llena de lucha, de sed de justicia, del uso de la inteligencia al servicio de otros, y de constantes muestras de amor. 

Cada vez veo más una cultura de cancelación entre los católicos, cuando católico significa universal. Una diputada publicaba una foto de un expresidente conservador con Biden, diciendo que entonces no es provida, sin ningún contexto para decir que no hablaban de libre comercio o de cárteles de droga, o algún otro de los miles de asuntos que podían tratar. Como si cada vez que habláramos con alguien que piensa distinto, cambiara nuestra forma de pensar radicalmente. Ni hablar de Ruth… desde que se declaró pro-choice dejamos de leer sus hazañas como mujer, y la cancelamos. La mayoría de las personas que apoyan el aborto, lo hacen con buena intención, expresando que la maternidad es un asunto serio para que la mujer considere, y no para que el gobierno se entrometa. Personalmente creo que es un asunto que tiene mayor complejidad, pero entiendo el punto. La mayoría de las personas que apoyan el aborto no son violentas, insensibles o llenas de odio, como a veces nos hacen creer. 

Quiero enlistar aquí los motivos por los que la cancelación de RBG representa una grave pérdida. Pudimos aprender de ella, compartir luchas, pero no fue así. 

Fue una brillante abogada y jueza, que luchó por dar a las mujeres igualdad, tras tener su buena dosis de sexismo: enfrentó a uno de sus maestros en la universidad por ofrecerle respuestas de un examen a cambio de favores sexuales. Fue discriminada en su trabajo cuando se embarazó, y posteriormente al graduarse de leyes como una de las abogadas más brillantes, solo por ser mujer. Sin embargo, se rehusó a aceptar que “así son las cosas”: La Suprema Corte determinó en 1974 que las mujeres podían decidir cuándo se embarazan, por lo tanto despedir a una mujer embarazada, no era un caso de discriminación sexual. Ruth luchó contra esta determinación. Aunque sigue habiendo discriminación contra las mujeres embarazadas en el plano laboral, ya hay recursos legales para luchar contra ello. Peleó muchas batallas legales, mientras se debatía con la muerte en su propia lucha contra el cáncer.

Hizo grandes actos de amor: incluso Vogue (Ruiz, 2020) aplaude los sacrificios que tanto Ruth como su esposo Marty hicieron el uno por el otro. Uno de esos sacrificios, es que Ruth cambió Harvard por Columbia para poder estar con él en Nueva York. Ella crió a su hija, tomó las notas de él (que cursaba su último año de leyes), y continuaba sus estudios, mientras Marty luchaba contra un agresivo cáncer. Él aceptó roles domésticos cuando ella se convirtió en jueza de la Suprema Corte, apreciando la importancia de que ella tuviera una cena nutritiva y deliciosa para compartir al llegar a casa. 

Luchó por el pago igualitario, un tema que algunos siguen escondiendo bajo la alfombra. Hay toda clase de argumentos contra otorgar un salario igual a hombres y mujeres, pero Ruth sabía que las mujeres creamos valor en donde estamos, un valor a veces único.  

Dio un gran ejemplo con su amistad y apertura con el también juez de la Suprema Corte Antonin Scalia, católico conservador, que expresó su admiración por su colega y amiga. 

Defendió los derechos de los esposos en el caso Weinberger vs. Wiesenfeld, probando así pertenecer a un feminisimo pensante, que busca la justicia para todos. 

Criticó el fallo de Roe v Wade, puesto que lo consideró que se centraba en el médico en lugar de la mujer, algo muy similar a lo que vemos en los intentos por la despenalización en México. Eso no la hacía provida obviamente, pero habla de su búsqueda de justicia. 

En esta publicación de FemCatholic, Michelle Mowry expone brillantemente la importancia de ver a la gente como personas y de apreciar su dignidad, más allá de sus ideologías, más allá de nuestros desacuerdos. Y no podría estar más de acuerdo. 

Ruth Bader Ginsburg, la aliada que las católicas no alcanzamos a ver.

Referencias

Bader, C. (2018). Ruth Bader Ginsburg Response #2 – Charlene. FemCatholic. Obtenido de: http://www.femcatholic.com/ruth-bader-ginsburg-response-2-charlene/

Donvito, T. (2020). Ways Justice Ruth Bader Ginsburg has made history. Readers Digest. Obtenido de: https://www.rd.com/article/ruth-bader-ginsburg/

Mowry, M. (2018). Ruth Bader Ginsburg Response #1 – Michelle. FemCatholic. Obtenido de: http://www.femcatholic.com/ruth-bader-ginsburg-reponse-1-michelle/

Rachel. (2018). Dear Edith: Ruth Bader Ginsburg. FemCatholic. Obtenido de: http://www.femcatholic.com/dear-edith-ruth-bader-ginsburg/

Ruiz, M. (2020). May every woman find her Marty Ginsburg. Vogue. Obtenido de: https://www.vogue.com/article/may-every-woman-find-her-marty-ginsburg-rbg

9 comentarios en “Ruth Bader Ginsburg, la amiga que pudo ser”

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