Para mí esta semana fue una locura con cosas por hacer: Empezar a las 7:00 am la jornada de trabajo, terminarla a las 3:30 o 4:00 pm. Revisar tareas, hacer exámenes, tratar de revisarlos, subir calificaciones, cumplir con los preceptos religiosos, hacer las tareas de un curso que estoy tomando, viajar para tomar otro, preparar clases… normalmente termino (con las prioridades) a las 10 de la noche harta del trabajo, sin tiempo ni ganas de hacer más.
Pero hay que poner un alto. Encontrar una hora al día que sea para mí, no para el trabajo.
Este domingo ha sido la oportunidad perfecta de fijar metas, y encargarme de seguirlas. Desde el mes de diciembre he estado buscando formas de que este año no sea como los otros. Acercarme a lo que quiero ha representado una batalla de años. Y no es que sea impaciente, pero es hora de acelerar el paso para alcanzar lo que está en mis manos alcanzar ahora.
Para ello hice tres cosas muy importantes.
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Descubrir qué es lo que realmente quiero
Tal vez esta sea la parte más difícil. No me gusta la idea de dividir en corto, mediano y largo plazo, porque la verdad es que no sabemos cuándo llegarán ciertas cosas. Sencillamente me pregunto: ¿qué quiero en mi vida? Ya sea hoy, ya sea en un año o en 10. Todas son metas que debemos perseguir con igual pasión.
Tengo mis días llenos de actividades, pero ¿cuántas de ellas me acercan a lo que deseo?
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Apoyo visual
Creo en la importancia de poder visualizar frecuentemente lo que soñamos.
Mucha gente detesta el #goals pero a mí me encanta. Lo que otros logran a mí me inspira.
Por ello, busqué en Instagram imágenes que describieran mis metas, las copié y las imprimí. Al tener todo del mismo tamaño además tengo un resultado muy estético.
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Acciones concretas
Con toda la locura de estas semanas, había dejado de hacer ejercicio, algo vital para relajarme y cuidar de mi salud. Había dejado de rezar por las noches porque al caer en la cama ya moría por dormir. Mi cuarto estaba hecho un desastre porque no encontraba tiempo.
Sin estas cosas que nos ayudan a encontrar el valor de lo que hacemos, que nos proporcionan descanso y tranquilidad, no se puede perseguir una meta.
Por eso, antes que nada hay que tomar la agenda. Planear minuciosamente las actividades a realizar y dedicar el tiempo suficiente a las cosas importantes. Y si se acumula trabajo y no hay manera de acabarlo… pues ni modo. Para eso tenemos jornadas de trabajo. Habrá quien entienda cuando tenemos el día lleno y ya no podemos con más. Habrá quien no. Pero hay que aprender a manejar esas situaciones y por ningún motivo ceder en esto. Porque si un día perdemos la hora de bienestar, la volveremos a perder cada vez más seguido.
Al hacer el espacio de tiempo, podemos empezar a pensar en las acciones necesarias para llegar a las metas. Muchas no requieren tiempo real, por ejemplo ahorrar. Pero otras sí: aprender algo nuevo, convivir con la familia, llevar a cabo un proyecto…
Mi nueva agenda incluye:
Algo muy importante que me gustaría agregar, es que no debemos tener miedo de pedir ayuda. A veces necesitamos que alguien nos ayude a prepararnos para alcanzar aquello que queremos, sea un amigo, un familiar, un sacerdote o un especialista. Las metas valen eso y más.