El peligro de englobar demasiado en un movimiento es precisamente perder de vista las cuestiones que son individuales. Ningún feminismo podría responder a qué es lo que queremos las mujeres, porque cada mujer quiere algo distinto en diversas áreas de su vida.
Mientras algunas figuras claman que nos urge deconstruir la masculinidad, o incluso que la masculinidad es dañina, otras argumentan que precisamente lo que vemos es una falta de masculinidad: hombres que no están presentes, que no se comprometen, o que no son responsables en su afectividad.
Hace poco escuchaba un podcast católico en que una influencer declaraba que las mujeres deseamos ser princesas. Primero, hace falta mucha precisión en lo que esto significa, pues a simple juicio me parece un punto ingenuo y poco realista; no empata nada con lo que yo quiero en una relación ni en ninguna otra área de mi vida.
Sin embargo tampoco deseo la propuesta de algunas feministas: no quiero aborto, quiero que se enseñen métodos de fertilidad naturales en las escuelas públicas; mi enemigo no es el hombre en general, sino solo aquél que es abusivo, o que no sabe relacionarse sanamente; no quiero cuotas, quiero que se recompense mi trabajo por su valor y por mis capacidades; tampoco quiero que me crean solo por ser víctima, sino que los procesos de justicia no revictimicen a nadie.
No todas las mujeres queremos lo mismo, pero asumir esto impide que busquemos términos medios en donde hacen falta. El debate de los derechos de las mujeres necesitaba ser elevado hace siglos, y seguimos discutiendo en base a estereotipos y frases fáciles de memorizar.
Muchas mujeres siguen sin sentirse representadas para hacer lucha el 8 de marzo debido a los discursos ideologizados. Muchas queremos marchar, pero no queremos que pongan palabras en nuestras bocas. Siendo perfectamente objetivas, lo único que pedimos es trato justo: protección del estado a no ser violentadas o discriminadas, mejores comportamientos hacia nosotras en nuestras comunidades, empresas, y un trato equitativo. Lo demás son causas por las que luchar por separado, pues no permiten precisamente esta unidad entre nosotras.
Nadie pregunta ¿qué es lo que quieren los hombres? porque es muy claro que cada uno quiere algo distinto en distintas etapas de la vida. Asumamos lo mismo de las mujeres, porque es la realidad.

Well said!
Jennifer
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