Ideas

Hablan como si no existiéramos

Nunca he conocido a una persona que encaje en un estereotipo completamente. 

“… que la mujer es necesaria en la medida en que ella permanece una idea en la que el hombre proyecta su propia trascendencia, pero que es nefasta en tanto que es realidad objetiva existente por sí y limitada a sí»

Simone de Beauvoir

En los últimos meses he pensado en una cosa: hay hombres que tienen miedo de conocer a la mujer como persona. No sé si muchos o pocos, pero me he topado a unos cuantos. Y vaya que todos quieren a una mujer en sus vidas, pero no a una de carne y hueso. 

Es muy popular el discurso de “ser plenamente mujer”, de la mujer finalizada solamente en tanto que es madre, esposa, religiosa, con cualidades como la humildad, la serenidad, la ternura permanente, la comprensión, la “modestia”. Callada y servil dirían muchas amigas. 

Pero no se puede ser mujer a medias. Desde antes de nacer, mis hormonas se conjugan para hacerme ya mujer. Y esta publicación no se trata de si nacemos o nos hacemos, sino de quién juzga si somos plenamente mujeres. 

A mí Dios no me hizo perfecta según esos estándares. Dios no me hizo callada, si agacho la cabeza se contractura mi espalda, me hierve la sangre tal vez un poco en exceso, uso shorts para hacer ejercicio en verano, soy tierna en momentos de ternura y firme en momentos de firmeza. Mi edad me ha enseñado a apropiarme de mi autoridad y usarla. A vencer el temblor cuando tengo que enfrentar situaciones. A corregir con caridad, pero sin tregua (y con mi voz “de maestra”). A discernir mis acciones porque no soy perfecta. A ser feliz porque me finaliza la misión que tengo en este momento. A buscar la verdad. 

No conozco entre mis muy santas y distintas amigas, a una sola mujer que encaje en la descripción ideal que he escuchado de la mujer plena. 

Vivir en la idea, amar la idea de una mujer, no es justo porque no somos ideas; nadie puede ser una idea, somos realidades. Y si vamos a ser amados, solo podemos serlo en tanto que realidades. 

Al final, el amor a la idea de una mujer fácilmente se convierte en violencia de parte de aquellos que no pueden aceptar a la mujer que existe. Ella es mejor que aquella que imaginan, pero la idea es necia. Violentas decepciones, violentas manipulaciones, violentas palabras, violentas acciones… 

Ninguna mujer debe forzarse a asemejarse a una idea. Esta idea es profundamente absurda y contradictoria a nuestra naturaleza: nuestras antepasadas han aprendido a educar, a liderar, a curar, a proteger, a observar, a revolucionar, a buscar. No pocos hablan de la rara vez superada capacidad de la mujer para amar y expresar el amor, pero nosotras sabemos que el amor tampoco es una caricatura de un solo color. Y sobre todo, sabemos que aquél que en realidad ama, desea conocer cada vez más de esa realidad amada. 

5 comentarios en “Hablan como si no existiéramos”

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